La década de los cuarenta fue una de las más difíciles para las artes y por lo tanto, también lo fue para la fotografía. Las dificultades surgieron principalmente con el desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial el 1 de septiembre de 1939, que no finalizó hasta el 2 de septiembre de 1945.
La Segunda Guerra Mundial fue el mayor conflicto bélico de la historia y las artes se vieron afectadas, ya que muchos artistas murieron o se vieron obligados a emigrar y exiliarse. Por eso, en aquellos años se produjo el desplazamiento del centro artístico mundial de París a Nueva York. Las circunstancias del conflicto impidieron avanzar en el campo de la fotografía de la moda: se realiza una fotografía práctica y con poca fuerza creativa. Pero una vez finalizada la guerra, se iniciaron nuevos caminos y se empezaron a consolidad nuevas tendencias; es entonces cuando “aparecen las ganas de cambiar el look triste y las ganas de consumir, y eso se refleja en las portadas de las revistas de la época, mostrando unas imágenes con movimiento, resaltando la silueta femenina de la mujer.”[1]
En cuanto a la moda, el periodo de carencia no permitió grandes variaciones en los diseños, pero si hubo novedades en los complementos y en los detalles. Es importante diferenciar entre Europa y Estados Unidos, porque la Guerra afectó en ambos sitios, pero de forma muy diferente.
Con la caída de París en 1940, Alemania comenzó a controlar la alta costura de la ciudad, pretendiendo trasladarla a Berlín. La mayoría de los diseñadores se exiliaron y los que quedaban allí se vieron limitados por la escasez de recursos textiles. Desaparecieron algunas casas de costura como Chanel, Mainbocher o Vionnet, y las que consiguieron sobrevivir tuvieron que trabajar reutilizando materiales y retocando diseños.
En Gran Bretaña se sufría un periodo de escasez mayor que en Francia y las disposiciones sobre la utilidad limitaron la cantidad y calidad de los tejidos. Por tanto, la ropa y los adornos se restringieron. Las medias habían sido sustituidas por calcetines y en otros casos se pintaban las piernas de color ocre, con una línea negra para simular las costuras. En cuanto al calzado, cualquier material servía para fabricar las suelas.
Con el declive de la moda parisina, surgió la moda norteamericana. Estados Unidos, que había sido el principal cliente de la alta costura parisina antes de la guerra, desarrolló su propia industria alejada de Europa, que se encontraba en pleno conflicto armado.
La ropa que se producía en Estados Unidos era funcional y barata, pero se producía con más recursos que en el viejo continente. Se confeccionaban faldas que se ensanchaban ajustándose a una cintura diminuta, lograda con el uso del corsé, se utilizaban medias de nylon y guantes, y los zapatos eran de cuero y tacón alto.
En ambos continentes los trajes eran cortos, a la altura de la rodilla y lo más amplios posibles. A causa de la escasez, detalles como bolsillos falsos, botones o cinturones adquirieron importancia. Además, se fabricaron sombreros muy creativos, de todo tipo de tamaños y materiales.
La influencia de los uniformes se vio reflejada en la moda: se diseñaban trajes con hombros cuadrados y que se abotonaban hasta arriba, con colores apagados para ajustarse a las medidas de seguridad.
Se extendió el uso de los pantalones en la mujer, y los peinados y el maquillaje adquirieron importancia.
Tras la liberación de París, en junio de 1944, la industria de la moda parisina reemprendió su actividad de inmediato y la alta costura empezó de nuevo a exhibir sus colecciones. Pero al finalizar la Segunda Guerra Mundial, la estructura de la industria de la moda cambió: Gran Bretaña y EE.UU establecieron industrias de moda cada vez más independientes
En los últimos años de los 40’, la vestimenta en las mujeres cambió: llevaban vestidos alegres y más femeninos. Christian Dior creó en 1947 el popular “New Look”: una colección muy femenina, con hombros suaves, cinturas ajustadas con corsés y faldas largas casi hasta el tobillo, anchas y llenas de pliegues. Los zapatos eran más estrechos y se caracterizaban por su tacón de aguja. El look se complementaba con sombreros anchos, guantes y cinturones, aunque el nuevo estilo de Dior se desarrolló más completamente en los 50’.
La moda, aunque a duras penas, consiguió sobrevivir a esta dura etapa, marcada por la Segunda Guerra Mundial, y a pesar de las restricciones las fotografías de moda también lo consiguieron.
A pesar de que el estudio francés de la revista Vogue, tuvo que cerrarse con la ocupación alemana, Michel de Brunhoff su editor y director artístico consiguió publicar algunos libros independientes. El estudio de Vogue en Londres consiguió permanecer activo durante la guerra, aunque evolucionó a un estilo más práctico y realista.
Al otro lado del atlántico, las revistas de moda norteamericanas no se vieron interrumpidas y salían al mercado sin excesivos problemas, y las fotografías que contenían eran casi ostentosas, en comparación con las europeas.
[1] Fotografía de moda y su historia
(12/05/2012)http://telvamoda.blogspot.com.es/2012/05/fotografias-de-moda.html (Consultado el 10/12/2012)
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